Comunistas franceses ejecutados
Banderas nazis bordean las calles de la capital francesa. París cayó ante los alemanes sólo unas semanas después de que los nazis lanzaron la invasión de Francia en 1940.
Francia había estado ocupada desde junio de 1940 por los alemanes y la persecución de judíos, comunistas, opositores al régimen nazi y miembros de la Resistencia bajo los métodos habituales de opresión se dejaban sentir entre los habitantes galos.
Aquellos que vivían en París sentían como su espacio físico y psicológico progresivamente parecía estrecharse cada vez más. Fuera por la vista de los uniformes alemanes, las calles cerradas, la malnutrición, el transporte aglomerado y las largas filas o simplemente por el sentimiento sofocante de ser calificado de sospechoso por un conocido, vecino o incluso miembros de la familia.
Jean Guéhenno era un crítico político y cultural muy conocido, de izquierda, pero no un comunista, mas un antifascista inflexible. A diferencia de muchos de los escritores franceses durante la ocupación alemana, él se rehusó a publicar una sola palabra mientras los nazis controlaran la industria editorial, sin embargo, mantuvo un diario ingenioso en donde expresaba su resistencia intelectual, moral y emocional.
Las ejecuciones de judíos y comunistas eran cotidianas y en diversas entradas de su diario se revelan las atrocidades cometidas por los alemanes:
20 de septiembre
Ayer, dos comunistas más fueron ejecutados
Del 20 al 23 [de septiembre], el toque de queda ha sido traído de vuelta a las nueve de la noche. Por tres días, debemos irnos a la cama tan pronto como el sol se ponga. Nos castigan como a niños, “por nuestro propio bien”, declara el general von Stülpnagel. Somos culpables por no denunciar a los autores de los ataques sobre soldados alemanes. Las autoridades ocupantes no han sido capaces de arrestar a uno solo de ellos. ¿Por qué no somos informantes infantiles?
Aquí, el sentimiento de opresión difícilmente nos abandona. En Fougères y particularmente en el poblado, en Saint-Germain, cuán lejos se encontraba la guerra, a pesar de todo; las alegrías y las penas continuaban siendo alegrías y penas naturales, como siempre lo habían sido. Ayudé trillar el trigo sarraceno y todavía era una fête [fiesta]. En cuanto a penas, encontré una en la imagen de aquel viejo campesino cuya esposa, “La Fine”, murió hace tres meses. Al final de una vereda bordeada de castaños, lo encontré en su casa gris, su “choza”, trabaja duro para mantenerla toda brillante y reluciente en honor a La Fine. “Me estoy acostumbrando a ella”, me dijo. “Pero es realmente difícil, cada vez que regreso. No hay fuego, no hay flama, no hay mujer, no hay nada”. Y después me muestra, reclinándose contra la almohada de la cama, una fotografía grande de La Fine y él. “tan sólo hace cinco años”. La Fine tenía una gran sonrisa.
Si deseas saber más, lee “Diary of the Dark Years, 1940-1944: Collaboration, Resistance, and Daily Life in Occupied Paris” [Diario de los años oscuros, 1940-1944: colaboración, resistencia y vida cotidiana en el París ocupado], de Jean Guéhenno.
Un soldado alemán observa los osos polares en el Ménagerie du Jardin des Plantes, el famoso zoológico de París.