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Retirada alemana en temperaturas congelantes

29 grados bajo cero: Esta motocicleta de una unidad alemana necesita el calor del fuego para arrancar. El carruaje tirado por caballos en el fondo parece no tener este tipo de problemas, pero las fuerzas de caballería alemanas sufrieron mucho durante su primer invierno en Rusia. A la larga pagarían el precio de su “aventura”

Las líneas alemanas en la Unión Soviética estaban siendo perturbadas por los contraataques. Muchas de las unidades estaban recibiendo suministros de manera intermitente y los alimentos para los hombres y caballos eran escasos. En este débil estado los alemanes se vieron obligados a retirarse.

 

En la última semana de enero las tropas germanas se vieron afectadas por las tormentas de nieve que hicieron las condiciones, con temperaturas bajo cero, aún más difíciles. Max Kuhnert, un explorador de caballería, describe la retirada en ese momento:

Simplemente no podía seguir, pero tenía que mantener mis ojos y los oídos abiertos para saber exactamente a dónde íbamos, dónde estábamos y dónde habíamos estado, en caso de que se enviara un comunicado o incluso si tenía que explorar. Como ya he mencionado, los mapas de la Unión Soviética que existían eran muy primitivos y poco confiables. La acumulación de nieve o las tormentas de nieve sólo empeoraron las cosas y también hicieron la marcha muy difícil. En esas condiciones, a nuestros caballos, cada uno siguiendo al que se encontraba enfrente, no les importó en absoluto cuando nos aferramos a sus colas para ser arrastrados. Nunca montaba mi caballo en los días de tormenta o en las noches, a menos que fuera absolutamente necesario, por ejemplo, si tuviera que informar al cuartel general, dondequiera que se hubiese situado, o cuando iba en una misión.

 

Mientras era arrastrado por mi caballo, algunas o la mayoría de las veces con el estómago vacío y sediento, me imaginaba a menudo que estaba sentado en una mesa abundante, en un entorno agradable, cálido, en condiciones tranquilas y torturándome a mí mismo al imaginarme que estaba bebiendo una deliciosa cerveza fría o sorbiendo una taza de café caliente, lo que resultase adecuado para mejorar la situación. Vadeando a través de la nieve, resbalándonos y tropezándonos, un minuto congelándonos debido a los vientos helados y al minuto siguiente sudando a causa de la fatiga, hizo que nuestra moral se fuera muy abajo.

 

Después de una noche siendo arrastrado la mayor parte del tiempo, tuvimos que hacer algunas paradas breves, pero no había refugio, sólo algunas ruinas incendiadas. Vimos una aldea más adelante, que la primera luz del día nos fue mostrando. Muy cansado y con la necesidad urgente de un refugio y alimento, luchamos, llenos de esperanza, sólo para ser amargamente desilusionados una vez más.

 

El pueblo estaba en una colina y estábamos a medio camino cuando recibimos una advertencia de un jinete enviado por el batallón en el frente, nos dijo que tomáramos posiciones defensivas de inmediato dado que un gran número de tanques rusos se nos venía encima. Esa fue la mala noticia. La buena noticia fue que varios de nuestros tanques de nuestra división de blindados también se estaban acercando, aunque la dirección de dónde se aproximaban no era muy clara. Uno siempre tiene este sentimiento de pánico cuando se está cansado como un perro. La orden fue encontrar un refugio, una vivienda o cualquier cosa para salir del camino de esos monstruos.

Si deseas saber más, lee “Will We See Tomorrow?: A German Cavalryman At War 1939-1942” [¿Veremos el mañana?: un soldado alemán de caballería 1939-42], de Max Kuhnert.

Los alemanes todavía dependían de transportes tirados por caballo para movilizar sus suministros, pero los equinos germanos sufrieron mucho debido al invierno ruso.

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