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Ataque naval sobre Saint-Nazaire

El Campbeltown incrustado en las puertas del muelle, con muestras de los daños sufridos en la batalla.

Sólo Brest y Lorient podían competir en importancia con el puerto de Saint-Nazaire, en Francia, como base naval de las fuerzas alemanas enfrascadas en la Batalla del Atlántico. Saint-Nazaire no sólo tenía todo tipo de instalación para el mantenimiento, colocación de armas, reabastecimiento y reparación de U-Boots, sino también el único dique seco en el litoral del Atlántico capaz de recibir al acorazado alemán Tirpitz.

 

Ya en abril de 1918, durante la Primera Guerra Mundial, la Armada Real había iniciado el ataque de Zeebrugge, cuando barcos cargados con explosivos habían sido estrellados contra ese puerto de Bélgica, que estaba siendo utilizado como una base de submarinos. A pesar del número considerable de bajas en aquella ocasión, se decidió que un método similar podría ser utilizado para deshabilitar la base francesa de Saint-Nazaire.

 

Esta vez se trataba de un ataque con fuerzas conjuntas de la Marina Real y de Comandos. Hitler había advertido de la probabilidad de ataques de los ingleses en la costa europea - algunos decían que tenía una extraña habilidad para predecir estos sucesos-. Sin embargo, la incursión logró obtener el factor sorpresa de manera considerable.

 

El capitán Robert Ryder estaba al mando de la fuerza naval y describió el progreso de la fuerza por el Río Loire, que bordearon lo más arriba posible antes de que fueran descubiertos y estuvieran bajo fuego, al que respondieron con gran vigor:

Al momento de abrir fuego, los que estábamos en el MGB 314 recién llegábamos a una nave de protección anclada en la entrada sur del río. En el resplandor de los reflectores pudimos verla con claridad y también sus armas. A unos 350 metros, tres ráfagas certeras de fuego de nuestro cañón antiaéreo la hicieron callar. Fue realmente un día desafortunado para ese buque, ya que no sólo recibió ráfagas de fuego de cada embarcación que pasaba en turno, sino que finalmente se convirtió en un excelente blanco para sus propias baterías en la orilla, que dispararon contra ella hasta que la hundieron.

 

Después de unos tres o cuatro minutos de esta acción enérgica, hubo un debilitamiento sensible en el fuego enemigo. Este fue un triunfo para los diferentes equipos de los cañones en la nave costera y en el Campbeltown. Fue, en esta etapa, una lucha directa entre los emplazamientos antiaéreos enemigos cuidadosamente situados en la ribera del río, los cuales disfrutaban de toda la protección que el hormigón les podía brindar y los equipos de los cañones, manejando las armas de corto alcance en las cubiertas expuestas de sus pequeñas y animadas embarcaciones.

 

Nuestro triunfo, por tanto, aunque fue de corta duración, fue una muy buena hazaña de armas para nuestros artilleros, así como para los oficiales y compañeros de los artilleros que, en muchos casos, estuvieron al lado de los cañones ayudando a dirigir el fuego. Además, la disminución en el fuego del enemigo llegó en el momento preciso en que el Campbeltown tenía que dirigirse a la esclusa.

El MGB 314, aumentando la velocidad para mantenerse por delante del Campbeltown, pasó a unos 220 metros del Old Mole y luego se desvió a estribor, mientras que el Campbeltown continuó su trayectoria hacia su objetivo. Había aumentado su velocidad a diecinueve nudos; aunque hubo un ligero enfreno al momento en que cortó la red de torpedos y al chocar contra la caja de la esclusa. La hora exacta del impacto fue a la 1:34 AM, cuatro minutos después de la hora prevista.

El capitán Robert Ryder fue uno de los cinco hombres a los que les fueron adjudicadas Cruces de la Victoria por su papel en el ataque. El teniente comandante Stephen Halden Beattie, que fue el responsable de capitanear al HMS Campbeltown y conducirlo hasta el muelle, y el teniente coronel Charles Newman, en el comando general del ataque, fueron condecorados de forma similar.

Una de las cinco Cruces de Victoria otorgadas por la acción durante el ataque fue para el marinero William Alfred Savage, que era un artillero de un cañón antiaéreo en el MGB 314; atacó posiciones enemigas en la ribera del río, disparando con gran precisión. Aunque no tenía escudo y estaba en una posición muy expuesta, continuó disparando con gran serenidad hasta que murió en su cañón:

La lancha de motor 306 se sometió a un fuego pesado mientras procedía por el Río Loira en dirección al puerto. El sargento Durrant, en su posición de popa en el puente, donde no tenía cobertura o protección, atacó posiciones de artillería del enemigo y reflectores en tierra. Durante su combate fue gravemente herido en el brazo, pero se negó a dejar su arma.

 

Posteriormente la lancha de motor se dirigió río abajo y fue atacada por un destructor alemán a una distancia de 60 a 70 metros y a menudo más cerca. En esta acción, el sargento Durrant continuó disparando al puente del destructor con la mayor calma e ignorando por completo el fuego enemigo. La lancha de motor estaba iluminada por un reflector enemigo y el sargento Durrant llamó la atención de los cañones enemigos a sí mismo y fue herido de nuevo en muchos lugares. A pesar de estas heridas, permaneció en su posición al descubierto, sin dejar de disparar su arma, aunque después de un rato, sólo fue capaz de sostenerse sujetándose del montaje del cañón.

 

Después del combate en marcha, el comandante del destructor alemán hizo un llamado a la lancha para que se rindiera. La respuesta del sargento Durrant fue una ráfaga de fuego más en el puente del destructor. Aunque ahora muy débil, continuó disparando, utilizando los tambores de municiones tan rápido como podían ser remplazados.

 

Un nuevo ataque de la nave enemiga finalmente silenció el fuego de la lancha de motor, pero Durrant sargento se negó a rendirse hasta que el destructor llegó a su lado, aferró la lancha y tomó prisioneros a los que quedaron con vida.

 

La valiente lucha del sargento Durrant fue elogiada por los oficiales alemanes al abordar la lancha. Este muy valeroso suboficial murió de las múltiples heridas recibidas en acción.

Michael Burn fue uno de los oficiales del Comando número 2 que se encontraron a sí mismos abandonados en el muelle, entre un número de hombres que habían completado su tarea de volar varias instalaciones militares. Ellos descubrieron que todos los barcos se habían ido y no había ninguna posibilidad de escapar. “Bueno, los transportes nos han decepcionado una vez más”.

 

Se dio la orden para tratar de llegar a España, a miles de kilómetros de distancia. Todos los hombres habían memorizado la frase en español: “Soy un prisionero inglés que ha escapado” con la que se suponía que debían saludar a las autoridades españolas. Cinco hombres lograron llegar a España. El resto fue capturado por los alemanes, escondidos en varios edificios y los barcos a lo largo del puerto, durante el transcurso de la mañana. Los oficiales, a su vez, fueron interrogados:

Beattie fue interrogado por un oficial naval de alto rango que, después de elogiar su capacidad náutica, le preguntó cómo es que los británicos podían ser tan estúpidos como para imaginar que un muelle tan grande pudiera ser puesto fuera de combate por un débil destructor, el cual pronto sería remolcado de allí por los alemanes; fue ese el instante en el que hubo una violenta explosión, las ventanas de la sala de interrogatorios salieron volando y el oficial de la marina, al correr hacia afuera, obtuvo la respuesta a su pregunta sarcástica.

 

No sólo había explotado, sino que también se llevó consigo a decenas de investigadores alemanes, curiosos y cazadores de recuerdos. Escuchamos la explosión en la sala de guardias y dimos una gran ovación. Así que eso fue todo. El ‘objetivo primordial’ se había logrado en su totalidad. El Tirpitz nunca se atrevió a lanzarse al Atlántico. La base no fue reparada hasta después de la guerra.

Si deseas saber más. lee “Turned Towards the Sun: An Autobiography” [Vuelto hacia el Sol: una autobiografía], de Michael Burn.

Las tropas alemanas estaban por todo el Campbeltown en la mañana del 28 de marzo de 1942, no sabían aún que estaba cargada con explosivos. Alrededor de 360 hombres murieron cuando la nave explotó al mediodía.

Prisioneros de guerra británicos vigilados por los alemanes en el muelle de Saint-Nazaire.

Hubo un número considerable de heridos hechos prisioneros durante la incursión.

El fotógrafo de propaganda alemana tuvo dificultades para tomar fotos de los prisioneros de guerra ingleses abatidos, su ánimo estaba muy en alto.

Prisioneros de guerra británicos detenidos en un edificio cercano –pareciera como si estuvieran en una taberna-. Ellos sabían algo que los alemanes desconocían por completo.

Después de haber sido encontrado escondido en un barco amarrado en el muelle, Michael Burn, a la izquierda, se dio cuenta de que estaba a punto de ser fotografiado mientras era escoltado y se las ingenió para mostrar una ligera, pero desafiante señal de la 'V' (de victoria) con los dedos -la máquina de propaganda nazi no se dio cuenta de esto y publicó la imagen-.

En el ataque también participaron lanchas torpederas, incluyendo la número 74, navegando a toda velocidad en aguas costeras, ya alistada para el ataque en Saint-Nazaire.

Fragmento del noticiero alemán Die Wochenschau muestra escenas de los prisioneros británicos capturados durante el ataque al puerto de Saint-Nazaire, en Francia.

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