La batalla por el Sendero de Kokoda hace erupción
Miembros del 39º batallón de las Fuerzas Militares Australianas (AMF) pasan revista después de semanas de enfrentamientos en la densa selva durante la campaña de Kokoda. El oficial al frente es el teniente Johnson. Los hombres que están detrás de él, de izquierda a derecha, son: Arnie Wallace, Bill Sanders, Harry Hodge, Kevin Surtees, George Cudmore, George Puxley, Kevin Whelan, Len Murrell, Dick Secker, Neil Graham, Clive Gale y Jack Boland. Su vestimenta desaliñada refleja el intenso combate de las últimas semanas.
Los japoneses habían desembarcado cerca de Gona, en la costa norte de Papúa Nueva Guinea, el 21 de julio de 1942. Para este momento estaban buscando la forma de cruzar hacia el sur, sobre las montañas Owen Stanley, con dirección a Port Moresby, lo cual obligó a los australianos y a sus aliados papú neoguineanos a retirarse. Port Moresby era vital para la defensa de Australia. Si Port Moresby era capturado, los japoneses planeaban comenzar una ofensiva de bombardeos contra el norte de Queensland y, si hubieran decidido invadir Australia, la invasión se habría puesto en marcha desde Port Moresby.
Esta fue una campaña que se libraría en “un vasto yermo, primitivo, casi desconocido, con imponentes montañas y húmedas selvas costeras, quemado por el sol ecuatorial y empapado por los aguaceros tropicales”. Fue en estas condiciones imposibles que las fuerzas australianas y estadounidenses soportarían algunos de los combates más sangrientos y desesperados de toda la guerra.
La defensa australiana comenzó a medio camino, a lo largo del sendero en la montaña de Kokoda. En la madrugada del 29 de julio la fuerza australiana, consistente en 80 hombres formados a toda prisa, trataron de repeler la fuerza de invasión japonesa de más de 400. Con su comandante herido de muerte, con un tiro en la cabeza, y los japoneses realizando movimientos envolventes en la selva, se vieron obligados a retirarse. Un colono local, el Dr. Geoffrey Vernon, recordó la escena:
La espesa niebla blanca oscurecía la luz de la luna; un velo misterioso cubría los árboles, casas y hombres, el goteo de la humedad del follaje y, al final, el silencio casi total, como si lo huertos de caucho de Kokoda estuvieran durmiendo como de costumbre en las profundidades de la noche y los hombres no los habían perturbado.
Para más información sobre las experiencias de los veteranos de guerra, así como una vasta cantidad de fotografías y análisis de este histórico sitio, visita la interesante página The Kokoda Track, del Departamento de Asuntos de Veteranos del gobierno australiano.
Si deseas saber más, lee “Bloody Buna: The Campaign that Halted the Japanese Invasion of Australia” [Buna Sangrienta: La campaña que evitó la invasión japonesa de Australia], de Lida Mayo.
El remoto campo de aviación de Kokoda, en las alturas de las selvas tropicales, el cual era la única pista de aterrizaje en dos centenares de kilómetros -la única manera de llevar tropas hacia dentro y afuera, aparte de que debía realizarse una larga caminata-.
En 1943, el director de cine y fotógrafo australiano Damien Parer recibió uno de los cuatro premios de la Academia de Hollywood otorgados a documentales de guerra. Parer filmó su premiado documental en Nueva Guinea cuando trabajaba como director de fotografía en la Unidad de Cine AIF, parte del Departamento de Información de Australia.
El 17 de septiembre de 1944, mientras filmaba para Paramount Studios, Damien Parer murió por fuego japonés durante el desembarco de los marines estadounidenses en Peleliu, una isla del Grupo Palau.