Atrocidades rusas contra prisioneros de guerra
Un avión alemán Ju87 Stuka es mantenido y preparado para un ataque, en la Unión Soviética, a principios de 1942.
Aunque los alemanes habían sufrido una retirada napoleónica, no habría una catástrofe al final de esta. La gran ofensiva de Stalin estaba perdiendo impulso debido que las fuerzas soviéticas habían sido comprometidas en un frente muy amplio.
Las fuerzas de la Wehrmacht se estaban reorganizando y el balance de poder en el frente del Este se estaba inclinando de nueva cuenta en favor de los alemanes, lo que pudo observarse claramente en las batallas en Lyuban y Demyansk; en este último, un poblado a unos trescientos kilómetros al noroeste de Moscú, unos 90,000 elementos de la Wehrmacht y las SS, suministradas por aire, habían logrado mantener sus posiciones durante dos meses de ataques incansables de tanques y asaltos de infantería.
Ahora los destinos de las fuerzas sitiadas estaban cambiando y, con la llegada de la primavera, los alemanes estaban buscando retomar la ofensiva en todo el frente ruso. El general alemán Erhard Raus, al frente de la 6ª División Blindada, relata la última ofensiva de esta unidad sobre Kholminka antes de ser enviada a Francia para su reorganización:
Con el ataque programado para comenzar el 31 de marzo, nuestras tropas pasaron las dos noches anteriores despejando la nieve del camino de aproximación de la columna principal, desde el punto donde se alejaba de la carretera principal justo al oeste de Mashchekino hacia las posiciones avanzadas, de tal forma que nuestros blindados pudieran movilizarse para apoyar a la infantería desde el principio. Mientras tanto, preparaciones en y alrededor de Vasilevka, incluyendo evidencias de carros blindados y vehículos de transporte, ocurrían abiertamente, al tiempo que el fuego de artillería caía sobre las posiciones defendiendo la aproximación a Kholminka a través del cuello estrecho del bosque. Todos estos esfuerzos se llevaron a cabo con la esperanza de engañar a los rusos acerca de nuestras verdaderas intenciones.
La operación se puso en marcha como estaba programada. Añadiendo un toque final al esquema de engaño, Kampfgruppe Schmising se movilizó a las 0500, adelantándose dos horas de la columna principal, para realizar el primer contacto con los soviéticos. Además, la ruta seguida por las tropas de Schmising había sido seleccionada para dar la impresión de preparar el camino para un ataque más fuerte a lo largo del campo abierto hacia el oeste. Al amanecer, la Luftwaffe llevó a cabo un bombardeo, encabezada por veinticinco Stukas, sobre posiciones defensivas rusas en el cuello de los bosques y en la aldea misma de Kholminka.
A las 0700, la columna principal, procediendo en doble fila, saltó desde posiciones al oeste de Mashchekino, lideradas por tropas de asalto experimentadas e ingenieros de combate equipadas para destruir búnkeres enemigos. Seguidos inmediatamente por el grueso de nuestros tanques y cañones de asalto, acompañados de equipos de remoción de nieve, más ingenieros e infantería adicional del batallón de Kueper. Los pocos vehículos de combate blindados remanentes fueron distribuidos a todo lo largo de la columna para lidiar con posibles ataques en los flancos, mientras que el batallón de Hesse cerraba la marcha.
Inicialmente, el batallón de Schmising no encontró resistencia y obtuvo progresos rápidamente. Sin embargo, la fuerza principal estuvo bajo fuego casi inmediatamente desde los búnkeres soviéticos en el borde sur de los bosques. La resistencia allí fue superada rápidamente por una combinación de fuego de tanques y asalto y estos búnkeres produjeron los primeros prisioneros. Después de este encuentro inicial, el avance se realizó lentamente. La nieve se apilaba rápidamente al frente de los tanques y cañones de asalto, cuyo movimiento era dictado enteramente por el esfuerzo de remoción de la nieve. Adicionalmente, lo estrecho del camino en varios puntos requería que los árboles fueran cortados antes que los vehículos de oruga pudieran proceder.
Mientras tanto, el capitán Schmising había empujado hacia adelante a unos tres kilómetros, la mitad de la distancia a Kholminka, donde se había enfrentado contra la primera posición fortificada rusa colocada sobre el camino. Un asalto en el flanco fue suficiente para eliminar esta resistencia sin mucha dificultad, pero una posición mucho más fuerte, protegida por obstáculos de alambre y barricadas, cerraba el paso alrededor de un kilómetro más adelante. Un ataque frontal sobre esta posición falló y reveló que las aproximaciones habían sido minadas. Este revés tuvo un efecto en los reclutas más jóvenes y se hizo necesaria alguna reorganización antes que la columna pudiera movilizarse de nueva cuenta. El capitán Schmising decidió evadir la posición soviética y llevó al batallón al este adentrándose en el bosque por una corta distancia antes de virar a noroeste. Sin seguir más el camino, las tropas tuvieron que proceder paso a paso a campo traviesa y en un bosque casi impenetrable, luchando contra la maleza y guiados sólo por brújula.
Alrededor del mediodía, como la cabeza de la columna de Schmising se acercaba al borde norte del bosque, el batallón entero repentinamente estuvo bajo fuego de rifles y ametralladoras de ambos lados. Una vez más la situación del batallón se volvió crítica, al tiempo que el ataque repentino desde diferentes direcciones tuvo en efecto desmoralizador sobre los hombres nuevos. Sólo las medidas rápidas y enérgicas de los oficiales y suboficiales permitieron una defensa apresurada y el ataque fue contrarrestado por nuestro propio fuego. Gradualmente estos líderes organizaron pequeñas islas de resistencia, calmaron a los reclutas presos del pánico y establecieron una fuerte posición de erizo. Informados por radio del curso de la acción, ordené al batallón de Schmising para que permaneciera en su lugar hasta que la columna principal pudiera unírseles. No podía proporcionarse apoyo de artillería o aéreo, debido a que era imposible determinar la posición exacta de amigo o enemigo.
Mientras tanto, la columna principal había avanzado lentamente hacia el este a lo largo del camino de trineos por cerca de dos kilómetros, Tanques y equipos de los cañones de asalto se combinaron dos o tres veces para superar posiciones fortificadas a lo largo del camino y muchos ataques contra los flancos tuvieron que ser repelidos. Las bajas entre los mensajeros y los trineos de suministros tirados por caballos finalmente necesitaron escoltas armadas para estos últimos. Al tiempo que la columna finalmente se aproximaba al borde del norte de los bosques al mediodía, toda la artillería de la división concentró su fuego en la posición enemiga final directamente al frente. La artillería rusa prontamente contrarrestó con fuego pesado, infligiendo varias bajas. Afortunadamente, la Luftwaffe ahora había respondido a mi llamado para apoyar y lograron silenciar las baterías soviéticas, localizadas a unos tres kilómetros al oeste de Kholminka. A las 1300, la cabeza del batallón de Kueper rompió a través de la posición defensiva final al borde del bosque.
…
Justo antes que la división fuera transferida a Francia para ser reorganizada en abril, encontramos otro ejemplo de la propensión soviética para cometer atrocidades contra nuestras tropas. Un anciano civil ruso, un carpintero, se apareció en la sede del cuartel de la división e informó que había encontrado un grupo de unos cuarenta prisioneros de guerra alemanes con una escolta del Ejército Rojo en su poblado a unos pocos kilómetros detrás del frente enemigo, Estos prisioneros, continuó, pronto se detuvieron a las afueras del norte del poblado, donde habían cavado fosas profundas. De acuerdo con los informes de testigos, los prisioneros fueron subsecuentemente fusilados y después enterrados en esas fosas. Unos días más tarde, el poblado fue capturado en un ataque alemán; el incidente fue investigado y resultó ser verdad.
Si deseas saber más, lee “Panzer Operations: The Eastern Front Memoir of General Raus, 1941-1945” [Operaciones de tanque: la memoria del frente del Este del general Raus, 1941-1945], de Erhard Raus.