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Lanzamiento de una V-2 en Peenemünde, la foto fue tomada cuatro segundos después de despeg

Una vista familiar del campo de batalla en Kursk, ambas partes tuvieron enormes pérdidas en tanques.

El arquitecto favorito de Hitler y quizás la persona más cercana a la cual podría llamársele su “amigo”, el Ministro de Armamento Albert Speer, estaba muy feliz de ganar sus favores con la propuesta de nuevos proyectos. La investigación de cohetes nazi ahora estaba mostrando resultados prometedores y los científicos ahora afirmaban que podían entrar en plena producción en un futuro próximo.

Para Hitler se trataba de una verdadera nueva oportunidad. Él ya estaba limitando las expectativas en cuanto a lo que se podría lograr con la nueva ofensiva en el este. Entre los alemanes muchas personas estaban elaborando expectativas realistas por su propia cuenta, de lo que el resultado de la guerra podría ser para Alemania.

La perspectiva de “armas maravilla” que transformaría la guerra para Alemania no sólo le dio esperanza, sino que podrían ser utilizadas para reforzar la moral. Pronto se les pidió a los fieles del Partido Nazi que siguieran creyendo en Hitler a pesar de que toda la evidencia en torno a ellos era que la guerra estaba perdida. El Führer tenía “armas secretas ganadoras de guerras” a su disposición:

En la mañana del 7 de julio de 1943, invité a Dornberger y a von Braun al cuartel general a petición de Hitler. El Führer quería ser informado sobre los detalles del proyecto V-2.

Después de que Hitler había terminado con una de sus conferencias, fuimos juntos a la sala de cine, donde algunos de los asistentes de Wernher von Braun estaban listos. Tras una breve introducción, la sala se oscureció y se exhibió una película de color. Por primera vez, Hitler vio el majestuoso espectáculo de un gran cohete subiendo desde su plataforma y desapareciendo en la estratosfera.

Sin un rastro de timidez y con un entusiasmo que sonaba infantil, von Braun explicó su teoría. No puede haber ninguna duda al respecto: A partir de entonces, Hitler había sido totalmente conquistado. Dornberger explicó una serie de cuestiones de organización, mientras que yo propuse a Hitler que von Braun le fuera nombrado un profesor. “Sí, disponga de eso de inmediato con Meissner”, dijo Hitler impulsivamente. “Incluso firmaré el documento personalmente”.

Hitler dio una despedida extremadamente cordial a los hombres de Peenemünde. Estaba muy impresionado y su imaginación se había encendido. De vuelta en su búnker se puso muy entusiasmado con las posibilidades de este proyecto.

El A-4 es una medida que puede decidir la guerra. ¡Y qué aliento para el frente de casa cuando ataquemos a los ingleses con ella! Esta es un arma decisiva de la guerra y lo que es más, puede ser producida con relativamente pocos recursos. ¡Speer, debe impulsar el A-4 tan fuerte como usted pueda! Cualquiera que sea la mano de obra y materiales que necesiten deben ser suministrados al instante. Usted sabe que yo iba a firmar el decreto para el programa de tanques. Pero mi conclusión actual es: Cámbielo y fraséelo de modo que el A-4 se ponga a la par con la producción de tanques”.

Pero”, Hitler añadió en conclusión, “en este proyecto podemos utilizar sólo alemanes. Que Dios nos ayude si el enemigo se entera acerca de este asunto”.

Sólo hubo un momento en el que él me presionó, cuando estuvimos solos nuevamente. “¿No se equivocó? ¿Usted dice que este joven es de treinta y un años? ¡Yo pensé que él incluso era más joven!” Pensó que era sorprendente que un hombre tan joven ya podría haber ayudado a lograr un gran avance técnico que cambiaría el rostro del futuro.

 

A partir de ahí a veces evolucionó en su tesis de que en nuestro siglo la gente desperdiciaba los mejores años de sus vidas en cosas inútiles. En épocas pasadas un Alejandro Magno había conquistado un vasto imperio a la edad de veintitrés años y Napoleón había ganado sus brillantes victorias a los treinta. En relación con esto, a menudo aludía, así casualmente, a Wernher von Braun, quien a tan temprana edad había creado una maravilla técnica en Peenemünde.

Werner von Braun era lo suficientemente joven como para tener una segunda carrera muy exitosa en el programa espacial de Estados Unidos después de la guerra.

Para Speer pronto hubo otro factor a tenerse en consideración. En sus memorias apenas toca la contribución que los trabajadores esclavos hicieron al proyecto, alegando que se trataba de una cuestión exclusiva impuesta por Himmler:

Después de que Hitler se había emocionado sobre el proyecto V-2, Himmler entró en escena. Seis semanas más tarde llegó con Hitler para proponer la forma más sencilla de garantizar el secreto de este programa vital. Si toda la fuerza de trabajo eran prisioneros de los campos de concentración, se eliminaría todo contacto con el mundo exterior. Estos prisioneros ni siquiera tienen correo, dijo Himmler. Junto con esto, se ofreció a proporcionar a todos los técnicos necesarios de las filas de los prisioneros. Toda lo que la industria tendría que aportar sería la administración y los ingenieros.

Hitler estuvo de acuerdo con este plan. Y Saur y yo no tuvimos otra opción, sobre todo porque no podíamos ofrecer un arreglo más persuasivo.

El resultado fue que tuvimos que elaborar directrices para una empresa conjunta con la dirección de las SS -lo que se llamaría las Obras Centrales-. Mis asistentes entraron a regañadientes y sus temores pronto se confirmaron. Formalmente hablando, nos mantuvimos a cargo de la fabricación, pero en caso de duda tuvimos que ceder ante el poder superior de la dirección de las SS. Por lo tanto, Himmler había puesto un pie en la puerta y nosotros mismos le habíamos ayudado a hacerlo.

Si deseas saber más, lee “Inside the Third Reich” [Dentro del Tercer Reich], Albert Speer.

Este documental muestra algunas escenas del desarrollo del cohete V-2.

El sitio de prueba de misiles en Peenemünde de izquierda a derecha el coronel Walter Dornb

El sitio de prueba de misiles en Peenemünde: de izquierda a derecha: el coronel Walter Dornberger; el general Friedrich Olbricht (con la Cruz de Caballero); Wilhelm Ritter von Leeb y, vestido de civil, Werner von Braun, en la primavera 1941.

El equipo de Peenemünde desarrolló dos de las armas más notables del arsenal alemán el V-1

El equipo de Peenemünde desarrolló dos de las armas más notables del arsenal alemán: el V-1 y V-2 (a veces referido como el A-4, su designación provisional), V para Vergeltungswaffe o “arma de venganza”. En la imagen Werner von Braun sostiene un modelo del cohete V’2, el cual se convirtió en el precursor de la era espacial.

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