Ataque aéreo japonés en Guadalcanal
El buque transporte de tropas norteamericano USS George F. Elliott (AP-13) ardiendo entre las islas de Guadalcanal y Tulagi, después de que un avión japonés se estrellara en un ataque aéreo el 8 de agosto de 1942.
Después de los desembarcos de tropas estadounidenses en las Islas Salomón, los Marines no habían encontrado aún oposición alguna en tierra; sin embargo, los japoneses llevaron a cabo un furioso ataque aéreo sobre la flota estadounidense anclada en las aguas cercanas a la isla de Guadalcanal.
La mañana del 8 de agosto encontró al USS George F. Elliott y su tripulación, mientras esperaban la orden para reanudar el envío de su carga remanente, al momento en que las pantallas de radar comenzaron a detectar un vuelo de aviones japoneses dirigiéndose directamente al grupo de desembarco.
Levando anclas y aumentando la velocidad para ponerse en marcha poco antes de las 1100 horas, el USS George Elliott se movilizó fuera de la zona de desembarco en las aguas abiertas de Ironbottom Sound mientras su tripulación preparó sus armas para enfrentar a los bombarderos Mitsubishi G4M “Betty” que estaban entrando por la isla de la Florida.
Al tiempo en que otros transportes disparaban contra los torpederos japoneses que volaban a a unos cuantos metros sobre la superficie del mar, los artilleros del USS Elliott avistaron a un bombardero “Betty” aproximándose, abriendo fuego concentrado y dando en el blanco en varias ocasiones, las dotaciones de los cañones no pudieron derribar al bombardero japonés antes de que repentinamente se estrellara contra el barco, justo detrás de la superestructura en el lado de estribor.
Jim McEnery, sirviendo en la Primera División de Marines, fue testigo desde tierra del trágico evento que eventualmente pondría fin al buque transporte estadounidense:
En la primera luz del 8 de agosto (Día D más 1), el teniente Adams recibió la orden del cuartel general de la Compañía K y la comunicó a todos en el Primer Pelotón. “La Compañía entera llevará a cabo una patrulla de reconocimiento como unidad”, dijo él. “Revisaremos el área a nuestro frente inmediato. Si todo se ve bien, quizá podamos formar una línea nueva más hacia el oeste”.
El primer pensamiento que vino a mi cabeza fue: ¡oh mierda, suena como que tendremos que cavar más!
Alrededor de las 9 de la mañana, nos pusimos en marcha y procedimos con mucha cautela hacia el suroeste. A pesar del hecho que se suponía que nuestra misión era estrictamente de reconocimiento y no de combate, todos estábamos en alerta máxima. Pero no vimos o escuchamos ninguna señal de actividad terrestre del enemigo.
Avanzamos quizá 1,500 yardas, utilizando la maleza y los cocoteros como cubierta y mantuvimos la playa a la vista. Después de eso, nos detuvimos para un descanso, luego comenzamos a trazar de nuevo nuestros pasos en el camino de regreso hacia nuestra línea de defensa original.
Ya estábamos casi allí cuando una formación de Zeros japoneses y bombarderos Betty apareció repentinamente.
Eran alrededor de las 12:30 PM, casi exactamente al mismo tiempo que el primer ataque aéreo japonés el día anterior. Los Zeros estaban volando muy bajo y esta vez tuvimos suficiente sentido común para tomar ya fuera cubierta o echarnos a tierra donde estábamos. Pero justo como en el primer ataque, estos aviones no tenían el menor interés en nosotros. Estaban buscando por presas mayores en el Canal Sealark.
Jamás disminuyeron su velocidad o nos echaron un segundo vistazo, pero uno de los Zeros voló directo sobre mí y juro que él no estaba más de quince o veinte pies por arriba de las copas de algunos de los cocoteros.
Por un segundo, pude ver al piloto tan claro como si estuviera al otro lado de la mesa donde yo me sentaba. Fue el primer japonés que tuve la oportunidad de ver de cerca. Llevaba gafas, por lo que no pude ver sus ojos, pero la sonrisa en su cara parecía como de un pie de ancho.
Así que esto es como se ve un japonés, pensé. Me pregunto si los que están en tierra se ven de la misma manera.
Esta vez los bombarderos hicieron un poco mejor su trabajo de lo que lo habían hecho en el primer ataque. Detuvieron la descarga de suministros y lograron dar un buen golpe en el USS George Elliot, un transporte llevando la mayoría de los suministros destinados al Segundo Batallón, Primera de Marines. Dejaron al Elliot en llamas de proa a popa. Estaba gravemente dañado como para ser salvado y finalmente tuvo que ser hundido deliberadamente.
Excepto por ello, no pasó mucho más en nuestra patrulla esa segunda mañana. Logramos recoger algunos suministros de la playa, pero fuera de eso no hubo mucho más. Para la 1 PM, estábamos de regreso a nuestra línea original y seguíamos esperando que pasara algo en tierra.
Si deseas saber más, lee “Hell in the Pacific: A Marine Rifleman's Journey From Guadalcanal to Peleliu” [Infierno en el Pacífico: la travesía de un fusilero de los Marines desde Guadalcanal a Peleliu], de Jim McEnery.
Bombarderos Tipo 1 de la Marina japonesa (apodados “Betty”) vuelan a baja altitud a través de cañones antiaéreos durante un ataque con torpedos sobre buques de la Armada de los Estados Unidos, maniobrando entre Guadalcanal y Tulagi, en la mañana del 8 de agosto de1942. Nótese la baja altitud de un par de bombarderos que prácticamente están al ras del agua.