El resquebrajamiento de los mandos militares alemanes
Con las manos en lo alto, soldados alemanes capitulan ante tropas soviéticas. Muchos de los alemanes que se rindieron durante los combates en el Frente Oriental murieron en cautiverio. Otros fueron detenidos durante años después del final de la guerra.
Desde que Hitler asumió el mando supremo del Ejército, el distanciamiento entre los altos mandos militares y el Führer estaba ensanchándose. El brillante general de tanques, Heinz Guderian, había sido destituido del mando por haber autorizado, por iniciativa propia, la retirada de tropas del frente de Moscú.
La salida de Guderian fue seguida, en rápida sucesión, por las de otros comandantes que habían autorizado la retirada de elementos en el frente. La lista de generales destituidos de su mando se hacía cada vez más extensa. Los generales que se atrevían a expresar sus opiniones sobre los errores del Alto Mando se arriesgaban a ser, en el menor de los casos, removidos de sus unidades.
El 8 de enero, el coronel general Erich Hoepner fue despedido perentoriamente por el Führer, después de haber retirado a sus tropas que estaban siendo amenazadas con ser cercadas. El general Gotthard Heinrici, comandante del 43º Cuerpo de Ejército, vio el efecto nocivo de esto:
Todas las sugerencias para enfrentar la crisis son rechazadas, a través del miedo. Nuestros nuevos comandantes están desesperados por no antagonizar con Hitler y todo le es remitido a él. Kluge está absolutamente aterrorizado. Y la rígida insistencia del Führer de que no habrá ninguna “retirada Napoleónica” nos deja parados con flancos desprotegidos, permitiendo al enemigo todo el tiempo que necesite para cercar nuestras posiciones. Nos han prometido divisiones frescas. Pero estos remplazos sólo están llegando lentamente, gota a gota, y hacen poca diferencia para nosotros… Mañana nuestra ruta principal de suministro se perderá. ¿Y qué sucederá después? ¡Probablemente se nos ordene que continuemos combatiendo sin comida o municiones!
Si deseas saber más, lee “A German General on the Eastern Front: The Letters and Diaries of Gotthard Heinrici 1941-1942” [Un general alemán en el Frente del Este: las cartas y diarios de Gotthard Heinrici 1941-1942], editado por Johannes Hürter.
Un informe del Grupo de Ejércitos Centro señalaba en ese respecto:
El estado de ánimo entre nuestros comandantes es uno de intensa amargura y existen graves preocupaciones acerca del futuro. Aunado a las innumerables quejas por la falta de equipo de invierno, el tono general de la crítica es: ‘La catástrofe de este invierno pudo haber sido evitada si nos hubieran escuchado. Nuestras advertencias fueron claras, bien porque nuestro alto mando no leyó nuestros informes o porque no los tomó en serio. Nadie desea saber la verdad’. El otro reproche es acerca de la orden ‘Manténganse firmes’. Nuestros oficiales dicen: ‘Sabemos cómo defendernos, pero nuestras manos ahora están atadas. No podemos actuar por nuestra propia iniciativa. La orden de mantenerse firmes a cualquier costo -impuesta a la fuerza sobre nuestras tropas- significa que no podemos hacer una retirada ordenada y en su lugar somos empujados, con el enemigo siempre en nuestros talones. El resultado ha sido pérdidas irremplazables de hombres y equipo’.
Si deseas saber más lee “Die Wende Vor Moskau: Das Scheitern Der Strategie Hitlers Im Winter 1941/42” [El punto de inflexión de Moscú: el fracaso de la estrategia de Hitler en el invierno de 1941/42], de Klaus Reinhardt.