El combate aéreo más difícil de la guerra
Ejército y personal de la RAF reabasteciendo un Spitfire Mk V, en Malta, el 17 de junio de 1942. En la cabina, platicando con otros miembros del personal del Escuadrón, se observa al teniente de vuelo Denis Barnham.
El 8 de junio de 1942, el piloto canadiense George Beurling, habiendo hecho el vuelo de tres y media horas del portaaviones HMS Eagle, en el Mediterráneo occidental, llegaría para hacerse de una muy buena reputación a la isla de Malta. Sin embargo, sus primeras impresiones cuando llegó el aeródromo de Ta’Qali eran que había llegado en ‘medio del infierno general’.
Los Spitfires que se encontraban ya en Malta habían sido despachados para darles cobertura y estaban en combate mientras ellos llegaban a tierra. El personal en tierra le dijo tan pronto como llegó “una cosa acerca de este lugar, ¡nunca hay tiempo para tener miedo!”:
Era muy probable que las bombas llegaran silbando alrededor de tus oídos en cualquier momento. Si levantabas la vista verías Spitfires y Messerchmitts apenas rozándose por todo el cielo y de vez en vez un pobre diablo que no había mantenido su cola limpia se vendría abajo girando en llamas.
El fuego antiaéreo subía como ramilletes de flores y los paracaídas se venían abajo a la deriva. Desde tierra el ruido constante de baterías antiaéreas… Arriba en lo alto, el ruido de las ametralladoras, las explosiones de cañones y el rugido de motores a toda marcha de Spitfires, Messerchmitts y Macchis en picada... Erks corriendo del ruido monótono de los bombarderos, parchando los cráteres hechos por las bombas... Los ingenieros detonando bombas de tiempo... Lanzamientos de rescate yendo hacia al mar para recoger a los paracaidistas flotando...
La población maltesa trata de hacer sus labores cotidianas entre zambullidas de cabeza buscando refugio y la protección de paredes, casas agrietadas o pliegues en las rocas... Los gatos y perros peleando en las calles manteniendo el ritmo del lugar... Nunca hay un momento de aburrimiento, de día o de noche.
Eso era Malta durante los bombardeos. En tan sólo un día de estar allí tendrías la idea de que ‘Jerry’ [los alemanes] había decidido ya sea hundir la maldita isla o volarla en pedazos -y no estarías muy errado-.
Si hubieras tenido cualquier duda esta sería eliminada por la breve charla del comandante de vuelo Gracey, cuando les dio la bienvenida a sus nuevos pilotos a Ta Kali. Fue algo como esto:
’A esta hora se preguntarán qué es lo que estarán enfrentando. No han llegado a un día de campo y este no es lugar para haraganes. No habrá té en la cama nunca más. Han llegado al lugar donde el combate aéreo es más difícil que en cualquier otro rincón de la guerra. Al llegar aquí ustedes han visto a nuestros compañeros combatiendo allá arriba y han visto algunos de ellos ser derribados mientras los estaban protegiendo. Mañana ustedes pueden estar allá arriba y podría ser su turno. El día después de mañana algunos de ustedes pudieran estar asistiendo a sus propios funerales si no mantienen los ojos bien abiertos. Eso es todo. ¡Buena suerte y buena cacería!’
Si deseas saber más, lee “Malta Spitfire: The Diary of an Ace Fighter Pilot” [Spitfire de Malta: el diario de un piloto as de caza], de George F. Beurling.
Vista de un cañón antiaéreo Bofors de 40mm con vista a Grand Harbor, Malta, el 10 de junio de 1942.
Un cañón antiaéreo de 4.5 pulgadas abre fuego durante un bombardeo en Malta, el 10 de junio de 1942.
Fotografía aérea del aeródromo de Ta' Qali, en Malta, después de los pesados bombardeos enemigos de abril de 1942.